Año 2012, Estados Unidos y el resto del mundo que no es Estados Unidos (curiosamente más sitios de los que habitualmente aparecen en este tipo de películas), pero sobre todo Estados Unidos, afronta la llegada del fin del mundo con el ingenio heroico y la justicia tan característica suya.
¿Recordais la película de “Independence Day”? ¿La de “El día de mañana”? ¿”Godzilla”? ¿”10.000 a.C.”? Aún no habiendo visto ninguna de esas uno se hace a la idea de que de amor, lo que se dice amor, no van; bueno, a no ser que hablemos del amor del director, Roland Emmerich, por cargarse la Tierra de diferentes formas posibles, a cada cual más bestia: monstruos, alienígenas, catástrofes naturales…
Esta nueva película de Emmerich, que tan claro tiene su género de cine preferido, es, visualmente hablando, increible: los efectos especiales no te dejan ni mucho menos indiferente. Siendo justos en eso nunca se le ha podido reprochar nada, y quizá sea ésta la mejor película de desastres apocalípticos que en este apartado he visto. Eso sí, el guión se debió escribir la noche anterior al rodaje o en un día de resaca o a la vez que hacía la comida, que al quemársele en el horno le dio la idea para el argumento y al intentar arreglarla las casi dos horas y media que dura.
Si se hubiera continuado la película en la línea de los primeros diez minutos hablariamos de otra obra muy diferente. Sin embargo, tuvo que aparecer en pantalla John Cusack y el resto de la tropa que representan escrupulosa y anticreativamente el prototipo cineasta de familia americana rota: formada por el nuevo novio de mamá, un pardillo que si por si acaso no te imaginas como va a acabar ya se encarga el director de soltarte pedradas metafóricas; mamá, guapa y mordaz con su ex; los dos churumbeles, uno de ellos por supuesto en conflicto con su padre; y John Cusack, el padre que a partir de ahora será el líder de este grupo.
Mira que he visto películas como “La búsqueda” (cualquiera de ellas), “La momia” (cualquiera de ellas) y otras tantas de su estilo, pero sin duda, lo que la familia ésta pasa hasta llegar a su destino no lo resistiría ni Bruce Willis en “El Protegido”. Es increible la capacidad que tienen de salvarse de lo peor siempre apurando hasta la última milésima de segundo, tomando decisiones a cada cual más increiblemente buena, sacando aptitudes que no sabían ni que tenían… si es que son americanos, lo que no hagan ellos…
Pero, al margen de esta familia que conforme pasan los minutos más te esperas que les abduzca un platillo volante y sean los únicos supervivientes o que consigan una lanzadera y sin saberla tripular se den un voltio por Marte hasta que la Tierra se calme, el resto de tramas paralelas son bastante más realistas y argumentalmente hablando se lleva bastante bien todo el proceso desde que se sabe que la Tierra puede convertirse en un acuario hasta el final, ciertamente original y que si uno es observador y caza los juegos que les gusta meter a guionistas y directores puede saber ya desde los primeros minutos.
En definitiva, se trata de una película para disfrutarla sin comerse mucho la cabeza y sí un cubo de palomitas, sólo por el mero placer de ver efectos especiales geniales y una historia yankee total, con un Obama incluido, algún que otro tinte cómico y, por que no decirlo, alguna que otra parte que te pide a gritos una cabezadita en la butaca del cine.
Publicado por
P.U.M.M.
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