Amantes confesos del cómic, seguidores incondicionales de Marvel, afiliados a las películas de ciencia-ficción y efectos especiales, Thor os saluda. Hijo de Odín, hermano de Loki y dueño y señor del martillo que ya lo quisiera el de Bricomanía en su estantería, “Thor” auguraba tormenta y más de uno le habrá dejado clavado en el sitio.
El argumento es bien sencillo y hasta predecible, lo cual no pasa por ser un distintivo más de a lo que nos tiene acostumbrados el género cómic en la adaptación fílmica, aunque bien es cierto que ha cumplido con sus expectativas y que no es fácil que un personaje como Thor no resulte ridículo en la sociedad moderna. Muy pocos son los que tienen las agallas para plantearles a las productoras un más allá de la adaptación y excesivamente pocos los que lo consiguen y bien; no todo el mundo es el genio Christopher Nolan ni todas las películas son “El caballero oscuro” (en mi opinión la mejor película de este palo de todos los tiempos).
La historia en torno la que gira el filme es el destierro que afronta Thor (Chris Hemsworth) debido a su comportamiento y que es impuesto por su padre Odín (el siempre genial Anthony Hopkins). Será despojado de sus poderes y del martillo que se había ganado por derecho propio y es enviado a la Tierra, donde conoce a Jane (Natalie siempre-lo-clava Portman) y empezará a forjarse la personalidad que le permitirá vencer a las fuerzas oscuras y ganarse el derecho a ser el dios del trueno.
Aun con las limitaciones propias del guión adaptado y un 3D que siendo bueno al igual que pasa con el resto de películas hasta la fecha no puede competir con el de Avatar, el resto de aspectos de la película es de notable alto. El director Kenneth Branagh usa sus herramientas realmente bien creando un gran dinamismo y profiriéndole al filme una intensa energía con sus cambios de planos, transiciones entre un mundo y otro genialmente enlazadas, y alguna que otra secuencia que ensambla todos los elementos necesarios para crear ese aura de heroísmo y majestuosidad que tan bien le sientan a estas películas cuando se hace bien, y no cuando se limitan a poner música heroica acompañada con imágenes sobreactuadas y hasta ridículas.
Podríamos enumerar todos los aspectos técnicos como la gran fotografía que hay, efectos especiales especiales, escenarios fascinantes, la música bastante lograda, la muy buena dirección de artistas, etc. pero me gustaría acabar, dada las limitaciones del espacio, con una reflexión sobre hacia donde parece estar tirando Marvel. Al buen cine siempre se le ha de pedir que transcienda del propio visionado de la película y consiga ilusionar, reflexionar, motivar y en general conseguir una loable atmósfera post-filme. Hay fórmulas y fórmulas, y creo que Marvel lo está consiguiendo a su manera. Ver últimamente una película de esta franquicia no es sólo verla y punto; es verla y dejarte puertas abiertas a otras películas con otros héroes. Quien ha visto Iron Man I y II sabrá de lo que hablo y quien vea Thor, también. Todos estos guiños son un reclamo altamente lucrativo para Marvel, por supuesto, pero el cine no deja de ser una fábrica de sueños y si por medio de la interconexión entre historias consiguen crear ilusión e intriga, bienvenido sea y deseando todos que lleguen “Los vengadores” en 2012.
Por cierto, con Marvel quedarse a ver todos los créditos de la película suele tener su recompensa. Y hasta ahí puedo leer…

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