Hay gente a la que no le suele gustar el cine español, entre los que me incluyo, y otros que lo apoyan con los ojos cerrados. Sin embargo, cuando ves un producto bueno no valen muletillas ya que no entiende de catalogaciones ni de prejuicios del cine español. Y Celda 211 es una obra redonda, de esas que te dejan pegado a la butaca hasta el último segundo, vibrando.
Cuenta la historia de un funcionario de cárcel que a un día de incorporarse a su nuevo trabajo decide ir a visitar la prisión. Designios del destino sufre un percance que le hace recalar en una celda vacía donde es abandonado por sus compañeros al producirse un motín con los presos. A partir de entonces, el actor Alberto Ammann encarna a un personaje valiente e inteligente que con el transcurso de la película va cambiando su perspectiva y sus motivaciones. Junto a él, Malamadre (el actorazo Luis Tosar) se personifica como el cerebro y líder del motín, que tomando como rehenes a tres etarras pretende conseguir cambios sustanciales en la política carcelaria.
Y es que esta película no juega como muchas otras con los roles clásicos de policia y preso. No se trata de una caracterización maniquea donde está tan claro el bien y el mal que el espectador ya odia desde el principio al delincuente y está deseando que el poli resuelva la situación. Ni mucho menos. Lo que se ve son personajes con una personalidad muy bien definida que huyen de los estereotipos planos y abordan la difícil tarea de enseñar una cara diferente a la que el cine carcelario nos tiene acostumbrados. Gracias a ésto el espectador no pone en tela de juicio que los presos deban cumplir su pena o no pero sí pasa que llega a conectar con ellos y puede apreciar aspectos humanos que lo desbestializan.
Algo curioso y que por lo menos a mi me ha llamado la atención es el papel de poli malo que interpreta Antonio Resines. Después de verlo en los Serrano durante tanto tiempo te esperas al padre jamonero blandengue pegando un par de gritos y ya está pero no a un auténtico, y perdón por la palabra, cabronazo que reparte a diestro y siniestro. Cierto es que es el único policía junto a Alberto Amman que a nivel de interpretación está a la altura de la de los presos pero también es verdad que resulta más interesante ese otro lado y quizá por tanto se haya apostado más por él perdiendo así intensidad el otro.
En definitiva, es un filme bastante cargado de sorpresas positivas, con un manejo muy inteligente de los planos que nos hacen vivirla inténsamente y una recreación del escenario muy realista, justo lo que se necesita para comprenderla.

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