Todo el mundo ha visto películas románticas alguna vez: hecho fortuito que de repente une a dos desconocidos, los cuales se miran a los ojos durante unos segundos y fascinados por lo que uno ve en el otro deciden o bien intimar y al cabo del tiempo hacerse mutuamente hueco entre sus vidas o que la providencia mágica les haga encontrarse en repetidas ocasiones hasta que finalmente decidan dar rienda suelta a lo que sienten, y todo acaba con un beso en un atardecer al sonido de un violín o la banda de música al completo.
La industria del cine nos ha acribillado a historias exactamente iguales entre ellas con la única diferencia de escenarios distintos, contextos distintos y personajes cuasi distintos. Tratar una historia de amor hoy en día y que resulte original y sobretodo creíblemente mágica es prácticamente una utopía, siendo a veces tan fácil sacar al público una lágrima con un par de bombas emocionales cuyo radicalismo no te deja otra alternativa que es a lo único a lo que recurre o aspira un director. Sin embargo esta película tiene algo que la diferencia del resto, algo que es tan perceptible y poderoso que incluso contando con prejuicios con respecto a este género logra cautivarte y decides darla una oportunidad, a ver como acaba. No es síndrome de peluquería o marujeo sino más bien curiosidad sana al ver algo tan humano, tan real que te crees la historia y la sientes como si fueras algo más que un espectador.
Pese a ser una película romántica muestra mucho más que besitos, miradas furtivas y manos agarradas. Bien es verdad que ocurren acontecimientos fortuitos que refuerzan aún más el ambiente y que hay que tener mucha suerte para que te pase todo eso en una noche, pero también es cierto que el cine cine es, y expresar una realidad más mundana y hacerlo ver con los mismos ojos es para verdaderos virtuosos del séptimo arte. Por eso está película no es perfecta, pero sí es honesta. Porque son dos personas normales y corrientes que no necesitan de demasiados estímulos externos para expresar lo que sienten, por no tener ningún tipo de miedo al qué pensará de mí y por lo tanto mostrándose ellos mismos. Aquí hay dos completos desconocidos que movidos por un primer encuentro deciden pasar un día completo conociéndose el uno al otro en un ciudad ajena a ambos, antes de que cada uno parta por un camino diferente.
Es un bonito viaje dentro de dos personas, representado anécdota tras anécdota, que va configurando a cada uno de ellos y que, al no darse una relación clásica perfecta donde ambos están de acuerdo con lo que piensa el otro y todo es divino, consigue transmitir verdad, amor y la creencia de que se pueden unir dos mundos y dos visiones distintas de la realidad a través de sentimientos que están por encima de eso.

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