Ya estamos aquí de nuevo. Tras el parón vacacional en el que espero que todos hayáis disfrutado, aunque sea unos días, vuelvo a la carga para comentaros el panorama cinematográfico actual, esta vez con “El americano”. Antes de nada recomendaros encarecidamente “Origen”, la película dirigida por Christopher Nolan y protagonizada por Di Caprio, una verdadera obra maestra. Y ahora al tema.
Cuando vi a George Clooney pensé, bueno, es George Clooney, no sé si será un peliculón pero seguro que por lo menos entretenida es. Más tarde me documenté algo más y vi que era una peli de espías, bueno, la cosa no iba mal. Y para rematar vi el tráiler y la verdad es que pintaba bastante bien… Antes de que acabara la película ya se habían ido tres personas, algo que hacía tiempo que no veía. No sé si tendrían prisa o es que, al igual que la mayoría de la gente de la sala, entre los que me incluyo, la película les pareció de todo menos entretenida, de todo menos coherente y de todo menos de espías. Que sí, que sí, que la historia teóricamente va de espías pero yo sólo veo a un George Clooney exageradamente paranoico, en un contexto argumental cuanto menos sobrio y sin gancho y con unos personajes secundarios que bailan y revolotean cual mariposas alrededor de Clooney pero por aportar no aportan prácticamente ni matices a la historia. Todo va de George y lo loco que está George, lo triste que está George, vuelvo a reincidir en lo paranoico, y en lo mal que está George, pero todo esto sin mostrarnos motivos de peso como para decir, oye, pues entiendo tu cara y te comprendo. Pues no. Es como si te encuentras mal, viene un amigo y te pregunta, ¿qué te pasa?, a lo cual no respondes nada y simplemente te limitas a darle una lista de cosas por las que estás mal pero sin tan siquiera explicar que sientes ni qué es lo que ha pasado realmente. Y el problema éste se ve reflejado en todos los aspectos de la película, en todos. Se tratan temas o matices del personaje muy por encima y luego pretenden colarte un final con el que te caigas rendido o alucines ante semejante recurso semántico. Pues no lo consigue, la verdad. El símil que se me viene a la cabeza es de un anuncio donde te quieren vender un jamón de bellota de estos que se te hace la boca agua y en vez de aparecer el jamón en primer plano viéndose sus vetitas blancas y lo bien partido que está aparece un hombre comiéndose deprisa y corriendo un bocadillo que es todo pan y que intuyes que eso rojo que sale de un borde es jamón. Fin del anuncio. ¿De verdad que así te entran ganas de comer ese jamón? Yo creo que no. Pues con la película pasa lo mismo. Relación sentimental: tres secuencias y ya tienes que creer que hay amor; trama de espías: dos tiros mal dados y paranoia por un tubo, suspense asegurado; reconversión personal: pesadilla muy anecdótica, charla con un tío al que no traga, relación sentimental de la de antes, ya tienes un hombre nuevo.
Desde luego que no sé que se pretendía abordar con esta película. Yo me imagino que se intenta mostrar otra cara más introspectiva del mundo del espionaje, que no todo son mujeres exuberantes, coches de lujo y glamour; aportar cierto aire renovado mostrando un espía más humano, que siente verdaderamente los contras de la profesión y está torturado y paranoico por toda su carrera como agente, pero desde luego que yo saco estas conclusiones no porque la película ayude demasiado en ello sino porque quiero creer que tiende a, que tiene un fin último. No me gusta decir estas cosas y menos la primera crítica de la temporada pero esta película sólo la vería los domingos después de comer en vez de la vuelta ciclista.

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